Los jóvenes que comprenden las edades de 18 a 35 años son considerados seres del Nuevo Milenio, personas que ya no vienen de una generación donde la repetición era la clave de la educación; son individuos que encuentran en las experiencias una riqueza invaluable, sus inquietudes, su forma de ver el mundo, la compresión de éste, se basa en la adquisición de experiencias, las cuales se traducen en unos significados profundos.
Los que hacen parte de esta generación, se están mudando a una concepción de riqueza diferente, ya no son carros, casas, dinero o joyas, ahora son personas, lugares, culturas, vivencias; se concentran en no nada un aprendizaje del mundo sino una aprehensión de él. Así que sus intereses por explorar el mundo ya no van más allá de una simple tarea, para concentrarse en los significados, en las construcciones de sus dudas a partir de.
Los métodos se deben adaptar a los recursos y a las características de la generación, una necesidad primordial en la forma de aprender en donde la experimentación es ganancia de conocimientos, no tanto la fórmula. Poder asumir el conocimiento como propio les da alternativas, en las que puedan improvisar, explorar y descubrir, para recrear lo que ya no es simplemente hipotéticos escenarios, ahora es una realidad, la de su entorno; ya no tienen una visión de las cosas, tienen muchas, y están siempre refrescándolas demostrando que los métodos se deben adaptar a los recursos y a las características de la generación, una necesidad primordial en la forma de instruirse.
Los jóvenes de hoy tienden a encontrar en sus actividades una empatía que los lleve a profundizar en lo que hacen, sus rutinas tienen que generar un impacto en ellos, no como generaciones anteriores, donde la empatía se encontraba de manera deslindada de la rutina.
Las zonas de confort ya no deben existir, los temarios deben de dejar de ser un escudo, una forma de generalizar y repetir; la adaptación de las formas es primordial para la supervivencia del educador. Los maestros deben entender que ahora el conocimiento no debe ser una solamente una estadística, las tareas no deben basarse en un sistema, ahora deben basarse en ellos, la gratificación se debe encontrar en la manera en cómo el maestro integra el conocimiento en sus vidas, no en la cantidad de aprobados.
Cuando el temario se vuelve cuadriculado en clase, se pierde el interés, no se le está retando, el alumno ha deja de ser un aprendiz a ser rupturista, pero se les sigue masificando; pero cuando se les permite explorar desde un saber, el proceso va a ser enriquecedor, ya que el reto que asume para plasmar y exponer sus intereses, puntos de vista, y afinidades los va a empujar a profundizar en el conocimiento mucho más, ya que deja de ser una labor a pasar a ser un reto para adquirir conocimiento.
La información deja de ser objeto de una regulación, a formar parte de un universo, que la puede tomar sin mayor coste; ya no puede ser un simple recorte de un encuadre, ya que las voces que se suman al conocimiento son infinitas.
La clase magistral debe desaparecer, para ser una retroalimentación, necesitan sentir que son dueños también del conocimiento, que se le puede desafiar y cuestionar desde sus intereses; el conocimiento no solo debe ser impartido, necesitan que el conocimiento los involucre, el desafiarlos en algo los hace vibrar, porque de lo singular van crear un conocimiento global, que no resultará en nada más que aprender el método, será llevarlo un paso más adelante porque no son observadores sino participantes.