Nuevamente visitamos el tema de lás métricas de la calidad en la educación tradicional, y los puntos críticos d eventaja que revela modalidad virtual, cada vez más casos fortuitos de conocimeinto puesto a disposición del mundo en línea se convierten en iniciativas masivas, respondiendo a necesidades de un mundo ávido por competencias.
Recuerdo en mis días de universitario una clase sobre política económica dictada por quien mi facultad aseguraba era el mejor profesor del país, había dirigido el banco central de una de las naciones más grandes de América Latina, ejercido como cabeza del ministerio de economía, tenía un PHD de la una de las escuelas más prestigiosas de los Estados Unidos, toneladas de publicaciones en los medios más relevantes en el tema y cualquier credencial académica que se pueda imaginar.
Al comenzar el curso lógicamente estaba lleno de expectativas por poder asistir a una cátedra dictada por un docente de semejante talante. Sin embargo, a los pocos días de clase noté que el curso tenía un solo problema: yo no entendía una sola frase, para mí su clase tenía el mismo sentido que un magister de física cuántica dictada en arameo. Mi primera reacción fue de vergüenza propia, no entendía, mis notas y comprensión de cursos anteriores eran relativamente buenas, mi desempeño creía, era satisfactorio, sin embargo en cada clase de este personaje terminaba llenándome más de dudas que dé respuestas.
Después de unos días derroté el temor al escarmiento público y comencé a indagar con mis compañeros para determinar si yo era el único incapaz de mantener el ritmo del curso y entender, mi sorpresa fue que la gran mayoría de mis compañeros tampoco entendía, las clases eran tediosas, el lenguaje incomprensible, y cada que avanzábamos la brecha se ampliaba.
Calidad?
Esa experiencia, años después, ya encontrándome inmerso en el tema educativo, me llevo a preguntarme: ¿Por qué la universidad catalogaba como su profesor estrella a una persona tan limitada a la hora de transmitir el conocimiento?, no debería ser el papel del docente precisamente la transmisión efectiva de conocimiento, y no solo su acaparamiento comprobado por un sin número de pergaminos y títulos formales.
Recientemente tuve el privilegio de conocer al señor Julio Ríos un profesor de Cali, Colombia, quien por una casualidad decidió crear videos en línea para apoyar el aprendizaje de sus estudiante presenciales, la actividad de Julio, quien sus estudiantes cariñosamente apodan “Julioprofe” despertó tanto interés que hoy en día su canal en youtube excede los 80,000 suscriptores, convirtiéndose en el segundo colombiano más seguido en youtube después de la cantante Shakira, sus foros de retroalimentación son un verdadero testimonio de la gratitud de sus estudiantes virtuales en todo el mundo de habla hispana, no es extraño leer casos de estudiantes que solían ser los últimos en rendimiento en áreas de matemática y física (donde julio centra su actividad) que pasaron a ser los más avanzados, otros que tenían vacios graves en asignaturas prerrequisito y los llenaron por completo, o casos como el mío, que después de años de actividad profesional, tuve la oportunidad de revisitar temas de cálculo y encontrar aplicaciones prácticas en situaciones de negocio, que no se me habrían ocurrido en mis días de estudiante simplemente porque no contaba con la experiencia para intuir su necesidad.
Al conocer al profesor Ríos, llegué a la conclusión que la receta de su éxito se soporta más en el cómo que en el qué, más en el carisma y la efectividad con que entrega el conocimiento que en el temario mismo, o la trayectoria formal de quien dicta el curso.
Las métricas de calidad en cualquier industria (y me disculpo con quienes consideran sacrilegio el pensar en la educación como actividad económica) tienden a transformarse, se van ajustando y perfeccionando, por ejemplo, hasta la década de los ochenta en la industria de transporte aéreo la generosidad de las comidas servidas en vuelo, o la comodidad se consideraban métricas fundamentales de calidad, hasta que las aerolíneas de bajo coste se dieron cuenta que existía un mercado aun mas grande atacando a la población que no volaba regularmente, quienes al no tener un patrón histórico de comparación comenzaron a valorar aspectos como bajo costo y a puntualidad por encima del lujo, y en el largo plazo esa métricas se convirtieron en el referente obligando a las líneas tradicionales a replantear todo su modelo de negocio y en algunos casos a desaparecer (en el articulo “Educacion Virtual, creer o no creer” hacemos un recuento del caso de sowthwest airlines).
Sin embargo las métricas sobre la calidad de la educación parecen haberse congelado en el tiempo, cuantos profesores con doctorado, maestrías, publicaciones, medios en que publican etc…, ninguno de estos indicadores garantiza la calidad de transmisión del conocimiento, el foco debería estar entonces en cerrar la brecha entre quienes poseen la teoría y quienes deben recibirla.
Mensaje de mercado: menos papeles más competencias!.
Siendo la educación virtual un tema relativamente nuevo, no contamos con información detallada o series históricas para hacer análisis exhaustivos, sin embargo la realidad actual es que los cambios suceden con una rapidez jamás vista, la industria música recibió una interrupción colosal en menos de tres años, al igual que la editoriales, y todo indica que la educación puede estar en el mismo camino si no reacciona.
La tendencia muestra que en un futuro cercano se podrá acceder a los mejores profesores de manera virtual, y ya la gestión de compañías como coursera o Udacity, comienzan a sentar precedentes sobre las mejores prácticas.
Coursera ya superó los dos millones de alumnos, y si bien es un hecho que el porcentaje de los que se certifican en los cursos es bajo, el tráfico de sus cursos es altísimo, muchas de esas personas no requieren un certificado formal de aprobación, sino captar las competencias ofrecidas, de igual manera sucede con Udacity que ofrece cursos muy especializados en tecnología, pero quien llega a su plataforma conoce de antemano que está recibiendo entrenamiento de los mejores.
Existe también el modelo de Wedubox en Amérizca Latina (ahora Zalvadora) donde se crea un espacio virtual donde convergen masivamente estudiantes y docentes (o expertos), los primeros demandando conocimiento y los segundos suministrándolo por medio de MOOCs (Massive Online Open Courses) que la herramienta les facilita crear.
Hay un tipo de estudiante a quién no la certificación no agrega demasiado valor, un gerente general que reconozca deficiencias en temas puntuales como por ejemplo normas contables internacionales, buscaría tener una comprensión básica del tema para interactuar con su director de finanzas o sus auditores, no encontraría demasiado valor en un papel que lo acredite como conocedor del tema, de igual manera estudiantes rezagados que quieran mejorar su rendimiento.
Invertir en pedagogía.
Las universidades Ivy League, y en general las más prestigiosas de cada nación, destinan cantidades enormes de su presupuesto a la investigación general, parcialmente buscando mejorar sus métricas tradicionales de calidad, sorprende encontrar que lo que invierten en investigación en pedagogía tiende a cero. En contraste la Universidad de Phoenix (recientemente cuestionada por sus prácticas de reclutamiento de estudiantes y motivación a endeudarse) invierte por año decenas de millones de dólares en este tema, y han tenido logros fascinantes.
Ya profesores de universidades de prestigio que han trabajado con coursera comienzan a encontrar las ventajas de la virtualidad: foros de discusión más activos que cualquier discusión en clase, la segmentación del contenido en capsulas, el uso de recursos escénicos etc.
En una charla en el evento “Future of State University” de Academic Partnerships, Clayton Christensen de Harvard comenta como fue su experiencia durante una colaboración que hizo la Universidad de Phoenix, sobre como los creadores de contenido de esa institución integran todos los elementos de ambiente, reacción de audiencia etc, para asegurar el máximo de concentración del estudiante.
Lecciones aprendidas
El e-learning es una disciplina en gestación, pero en gestación acelerada, ya hay señales claras de un mercado ávido por conocimiento que comienza a apreciar métricas de calidad enfocadas a la flexibilidad, la conveniencia y a las competencias, no estamos diciendo que el lugar de los expertos en la academia se encuentre en riesgo, más bien resaltando la necesidad de crear mecanismos para que la interacción experto-estudiante cuente con la fluidez bidireccional que demanda. La virtualidad se comienza a perfilar como el puente ideal para garantizar ese tráfico de información. Imaginen un futuro donde un estudiante pueda tomar el curso de competitividad con Michael Porter, el de física con Michua Kaku, crear sus propios programas y cultivar las competencias que desee o que el mercado demande.
La industria de los computadores en los 80 se encontraba integrada desde la producción de componentes hasta la distribución y servicio post venta, hoy en día cada tarea de la cadena está separada en jugadores independientes, sería descabellado pensar una actividad de educación superior similar?