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Educación Virtual, bienvenido el caos!

caos

Durante los últimos dos años, hemos visto un crecimiento vertiginoso en la oferta de cursos virtuales disponibles en la red, las mejores universidades del mundo ante la posibilidad de un “tsunami” que interrumpiera su actividad lanzaron poderosas iniciativas para distribuir contenido digital a estudiantes en todo el globo, el término MOOC (Cursos Abiertos Masivo en Línea por sus siglas en inglés) se ha convertido en terminología obligada entre quienes se mueven en los círculos de la academia. Al igual que todas las revoluciones tecnológicas que hemos visto en los últimos años, la educativa aun está en etapa de muy temprana gestación, a la fecha tenemos algunas plataformas en fase de perfeccionamiento sin una ruta clara sobre aspectos como monetización, relevancia, acreditación y reconocimiento.

Por años la educación ha gozado de cierta protección de su modelo tradicional, el exagerado peso que se le asigna al nombre de universidad y las métricas tradicionales de lo que es calidad en educación, las cuales se orientan más a las credenciales de los docentes (doctorados, publicaciones, investigaciones) que a la eficiencia en la absorción del conocimiento por parte del estudiante  han prevenido una interrupción contundente como las que han sufrido las compañías editoriales, de música o video.

A la fecha quienes promueven el modelo virtual enumeran como ventajas la flexibilidad en tiempo, el permitir al pupilo aprender a su ritmo sin depender de la disponibilidad de un tutor, lo económico y las escalas en cobertura entre otros,  todas estas sin duda son condiciones que masifican el acceso a la educación, sin embargo; hasta el momento la mayoría de quienes optan por una alternativa a distancia lo hacen por que enfrentan algún impedimento que les permita asistir a un programa presencial (tiempo y dinero siendo los más comunes), pero aun no es claro que la virtualidad este por lo menos de manera significativa erosionando a la educación presencial.

Juzgando por los resultados de los cursos masivos ofrecidos por plataformas masivas como coursera, edx, udacity o Wedubox, se pueden extraer algunas conclusiones parciales, que mas que desalentar el modelo, lo que advierten es que estamos aún muy lejos de tener conclusiones definitivas sobre su alcance y aplicación.

Un tema central ha sido el de la deserción, cada curso masivo que ofrece una plataforma como coursera, que cuenta con el respaldo de algunas de las mejores universidades del mundo, atrae  un numero impresionante de estudiantes, en ocasiones más de 100 mil se inscriben para tomar un ciclo, sin embargo solo cerca del 5% de ellos termina el material y solicita un certificado.

Quienes se muestran como críticos del modelo exhiben esas tasas de deserción como un argumento en contra de la eficiencia de la educación virtual, sin embargo esa conclusión puede ir cargada de mucha pasión pero pocos argumentos. ¿Por que?

1. Los MOOC hasta el momento son gratuitos en su mayoría, el costo de inscripción es cero, este hecho no más lleva a que una cantidad de individuos se registren solo por “curiosidad” es un fenómeno inherente a las compañías en línea, cuantos usuarios inactivos tiene amazon.com, freelancer.com o incluso facebook, twitter o pinterest?

2. El interés de los MOOC la mayoría de veces no es por la totalidad de su contenido, sino por una fracción de él. De los valores agregados más atractivos que ofrecen es que sesiones prologadas de cátedra son fraccionadas en segmentos breves de menos de 15 minutos, muchos de quienes muestran un interés en un curso masivo, en realidad solo buscan una porción reducida del mismo, y la encuentran, por ejemplo un colega que estaba tomando el curso de “Pensamiento en Modelos” (Model Thinking) de Scott E Page de la Universidad de Michigan a través de Coursera, tan solo estaba interesado en el módulo de toma de decisiones, esta persona omitió lo referente a modelos demográficos y otros que no le agregaban valor y se concentró en los conocimientos puntuales que estaba buscando.

3. El pensamiento tradicional, tan absurdo como suene, nos ha enfocado en que el conocimiento debe ser certificado, y que algún registro físico debe acreditar que atravesamos y concluimos un ciclo de aprendizaje. El surgimiento de las iniciativas en línea comienza a demostrar que no es así, primero porque un certificado en ningún momento garantiza la absorción del conocimiento, asi lo demuestran gran cantidad de profesionales que no recuerdan ni los conceptos más básicos de su programa, o los estudiantes que con notas mediocres logran superar los requerimientos de evaluación formal, por el contrario si le damos a los estudiantes la posibilidad de estudiar a “su ritmo” y tener acceso ilimitado al material la captura de los conceptos se dispara (así lo demuestra Sal Khan de Khan Academy en su trabajo con distritos educativos en el estado de California.). Siendo así la gente acude al contenido virtual por muchas razones diferentes a  la de obtener un certificado, puede ser para actualizar conocimientos, aprender competencias para mejorar sus posibilidades laborales, mejores rendimientos académicos, incluso un gran número de emprendedores que quieren formalizar sus negocios o por simple curiosidad.

Es claro que aun no sabemos qué dirección vaya a tomar este “tsunami” virtual, o si de hecho existe un tsunami, lo que si resulta claro es que no podemos analizar su dinámica desde la misma óptica con que entendemos la formación tradicional, el contenido virtual es dinámico, y los paquetes no existen, cada elemento se puede desagregar, re empaquetar, corregir y calificar de acuerdo a las necesidades del usuario, dando lugar a un caos virtuoso que terminará por marcar la pauta, recordemos como fue la industria de computadores personales en sus inicios, un solo jugador IBM hacia absolutamente todo, manufactura de componentes, ensamblaje, distribución y soporte post venta, hoy día esta actividad se encuentra totalmente fragmentada en jugadores especializados, será muy temerario pensar en un fraccionamiento de la actividad educativa?

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