¿Recuerdas a tu profesor más horrible? ¿Y tu peor jefe? Probablemente todavía puedes oír sus palabras en tu cabeza.
Tengo recuerdos muy vívidos de mi maestra de sexto grado, la cual no voy a nombrar, mirándome por encima de sus gafas, poniéndome los ojos encima y pronunciando su conocido refrán, «¡Daniel Durán quédate quieto, Te lo he dicho mil veces y guarda silencio que no me interesa lo que tienes que decir!».
Aunque tengo perdón en mi corazón para ella, recuerdo que yo no era el único y que veía su cara de total desprecio por muchos de mis compañeros. Que nos corrijan a esa edad, una persona con autoridad de una manera tan negativa tiene efectos profundos en nuestro comportamiento y nuestra autoestima, teniendo repercusiones para toda la vida.
En un reciente artículo en «The Atlantic» , Ben Orlin, un profesor de secundaria y profesor de clases particulares en Oakland, Estados Unidos, escribe: «Cada profesor responsable de uno o mas salones de clases tiene por lo menos mas de una docena de alumnos, el típico niño le ocupa el pensamiento unos cuantos minutos por día. Pero para cada niño que tiene unos cuantos maestros, estos ocupan un lugar muy importante en su mundo, todos los días que van a clase lo ven por horas y al llegar a casa hacen las obligaciones que les envía como tarea. Incluso se preguntan el porque de sus reacciones, el porque de sus preferencias, etc.»
Lo mismo podría decir de mi jefe, que tiene cientos de empleados, pero para mi la única interacción importante que el tiene, es cuando habla conmigo.
Orlin escribe: «Cuando un maestro centra brevemente la atención en un estudiante en particular y le habla de una manera fría o calurosa. Para el puede que dure unos cuantos segundos, para el alumno puede que dure toda la vida». Ser un líder puede ser aterrador si se entiende que puedes cambiarle la vida a otra persona.
En mi vida he tenido dos jefes y dos profesores que me marcaron de manera negativa, y conozco casos de amigos que también fueron afectados por maestros de este estilo. Al final, ellos y yo quisimos saber ¿El quería que yo triunfara?
Lamentablemente, muchos de nosotros pensamos que aquella figura de autoridad quería que nosotros fracasáramos.
Nuestro sistema educativo actual se ha centrado rigurosamente en las calificaciones y no en las experiencias e interacciones en las aulas. Pero los buenos maestros y los verdaderos líderes saben que la prioridad es el factor humano.
Orlin escribe, «las lecciones del aula pueden olvidarse rápidamente de la memoria de los estudiantes, pero las experiencias y las interacciones en el aula duraran toda la vida»
Orlin describe una situación en la que se sentía frustrado con un estudiante que era muy inquieto en clase. Él escribe, «me di cuenta de que había cometido un gran error cuando culpaba al chico por sus problemas, poco a poco empecé la equivoca percepción de que el estaba en contra mía y de mi clase». Cuando un maestro o el líder de una empresa culpa constantemente a un estudiante o a un empleado, la persona llega rápidamente a la conclusión: ¡mi jefe o mi profesor esta en contra mía!
Las malas experiencias en el aula, al igual que las del trabajo, tienen un efecto negativo sobre el conocimiento y el rendimiento. No recuerdo una sola cosa que aprendí en el sexto grado, sin embargo, recuerdo como si fuera ayer cuando aquella profesora me miraba con rabia.
Si usted es un maestro, padre o líder, y su interés es que todos sus pupilos sean triunfadores. Se debe preguntar obligatoriamente, ¿ellos lo saben?.