La educación remota, a diferencia de la virtual, posee valores de aprendizaje tradicional basados en la alta productividad física que son evaluados a través de sistemas de calificaciones digitales.
La educación remota es tan solo una adaptación de los sistemas educativos presenciales; es decir, se basa en dar a los docentes un rol de supervisor y autoridad, mientras que, la virtual crea líderes y mentores. Pese a que esta modalidad de aprendizaje se ha popularizado en los últimos meses, en realidad, para aquellos que desean tener autonomía en sus proceso de enseñanza, la demanda de tiempo es gigantesca.
Tal y como la educación presencial, en la asistencia remota se establecen tiempos de conexión, se parametriza un sistema de calificaciones estricto y se dejan un sin número de trabajos. Desde luego, ninguna de las caminos que se tome para aplicar métodos de aprendizaje en los estudiantes es erróneo; sin embargo, un proceso educativo basado en pilares como el aprendizaje colaborativo, el trabajo en equipo, la autonomía y el liderazgo, es más eficiente.
La educación virtual, a diferencia de la mencionada anteriormente, en los últimos años se ha convertido en uno de los avances tecnológicos más importantes de la transformación digital. Dentro de ella, todo proceso de aprendizaje es colaborativo, permitiendo que, tanto docentes como estudiantes puedan compartir de forma digital toda la información y conocimiento que enriquezcan los saberes.
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Para muchos, la permanencia del contenido académico en una base de datos es de gran ayuda; debido a que, la inexistencia de horarios limitantes permite que cada uno de los participantes tenga la autonomía de establecer su tiempo y espacio para el aprendizaje. Por supuesto, al igual que la educación remota, existe un docente que acompaña en este proceso; sin embargo, este se desempeña como guía y mentor sin irrumpir en los objetivos del curso y los estudiantes.
Considerar que la educación remota y la virtual son iguales es un error en el cualquier persona puede incurrir. Aunque ambas metodologías poseen características similares, a grandes rasgos las diferencias son notorias. La educación virtual es personalizada, autónoma y cuenta con plataformas para la creación de contenidos basados en las necesidades de un público objetivo. Este tipo de aprendizaje basado en la experiencia digital es una herramienta que permite rendimiento, productividad y flexibilidad en un ambiente netamente saludable y armónico.
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